Las vivimos siempre, a veces no las identificamos tan fácilmente
pero nuestra condición como ser humano nos lleva a ser creadores de interacciones
o a solamente formar parte de ellas. Pueden ser de la índole más simple hasta de
las más complejas e inexplicables.
Interacción: yo y mi cuerpo
A finales de mayo del 2014 me mudé a Monterrey, N.L. a
experimentar una nueva etapa de mi cuento personal y junto con ello
decidí comenzar a exponer mi cuerpo a otros estímulos que no fuesen una silla,
un escritorio y una computadora. Así, mis días se convirtieron poco a poco en total dance hysteria y a la par comenzaron a surgir
cuestionamientos, lesiones e inseguridades. ¿Cómo una mujer de 31 años quiere
empezar a danzar y hacer lo que se dé la gana en la vida, si al momento del
calentamiento mi falta de flexibilidad se exponía cuando mi split y squat se quedaban atorados como pirámide de
Teotihuacán a punto de derrumbarse? Bueno, mi orgullo de treintañera ante las
miradas de las damiselas y varones de 19 años sólo lograron que me lesionara
varias veces e intentara abortar la idea de continuar con mi
entrenamiento.
Imágen de Igaku-Shoin, 1978
Mi condición de mujer curiosa me llevó a indagar y documentarme en
una gran cantidad de foros, artículos y videos sobre flexibilidad en adultos,
lo cual no fue fructífero del todo hasta que me topé con el principio de “interacción”,
que en este caso correlaciona nervios y músculos desde el cerebro hasta las
piernas, pasando por las vértebras y la cadera. ¿Qué tiene que ver el cuello
con que yo haga un split de 180 grados o no? ¿Qué tiene que ver que tenga un
mal día en la oficina o que haya sufrido un evento de mucha tensión con que
pueda o no contar con la suficiente elasticidad para desempeñar cualquier
disciplina que demande de este requerimiento? Respuesta: todo interacciona y mucho. El problema no es muscular
sino que va de la mano con el grado de tensión que la mente le otorga a ese
músculo.
Como cualquier persona en mi situación, al principio pensé que era
una más de las mal gastadas frases de yoguis de occidente, pero al darme cuenta
del mundo que hay detrás de cuestionamientos tan
elementales como del funcionamiento de nuestro cuerpo, comprendí que la
cantidad de investigaciones dedicadas a diseñar estudios y debatir sobre temas
de salud física y mentales no eran en vano. Fue así que desde hace meses me
inicié en la magnífica auto exploración de las conexiones que mis piernas puedan
tener con mi espalda, mi cadera o mi humor, dando como resultado que cada vez
más mi mundo interior se vuelva “el gran enigma y el libertador”…
Y sí, después de meses de rutinas trabajando en la relajación de estas interacciones, ya tengo split
de 180 grados en la pierna derecha, vamos a ver por qué la pierna izquierda se
resiste tanto al cambio, ¿no que muy izquierdosa pues?
:)
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